sábado, 10 de septiembre de 2016

Polaris, la estrella del Norte.

Estrella Polar
Polaris, la Estrella Polar, la Estrella del Norte, ha guiado a los hombres durante siglos. Caminantes y marinos han tenido a la Estrella Polar como referente en el cielo, ayudándolos a orientarse y prácticamente todo el mundo la conoce, incluso quienes viven en el hemisferio sur, donde no es visible.
Mirar al cielo por las noches, buscar y reconocer las estrellas es, además de enriquecedor desde el punto de vista del aprendizaje didáctico, una manera de disfrutar. Quienes tenemos la oportunidad de vivir en lugares con cielos limpios, donde la contaminación lumínica no nos oculta el estelarium nocturno, tenemos la suerte de poder iniciar o ampliar nuestros conocimientos acerca del universo, al menos, del que podemos ver desde hemisferio en el que vivamos.
Empezando despacio, centrándonos en aprender a situar las estrellas más importantes y reconocidas, guiados por personas que ya posean conocimientos astronómicos y por libros y sitios Web que ofrecen explicaciones sencillas, seremos capaces de conocer mucho mejor un cielo al que habitualmente no prestamos demasiada atención.
Arturo, la alfa de la Constelación del Boyero.
Hace poco he tenido la oportunidad de que un buen amigo me descubriera estrellas que veía pero que no conocía y eso me ha llevado a buscar y a investigar. De entre las páginas Web que he visitado, creo que las que incluyo al final de esta entrada pueden servir para quien, como ha sido mi caso, pueda estar interesado en conocer su historia, sus características, el porqué de sus nombres y cómo han influido en la historia de la humanidad.
Egipto, Mesopotamía, Grecia, las civilizaciones Maya, Azteca, Inca, Tales de Mileto, Ptolomeo, Galileo, Hubble y su teoría del Big Bang, Einstein, Halley -que dio nombre al cometa quizá más famoso- Carl Sagan..., todos ellos junto con otros muchos que no incluyo para no dilatar el listado pero que merecen igual mención, son nombres lo suficientemente reconocidos y reconocibles como para que nos molestemos -aunque solo sea de vez en cuando-, en mirar arriba en una noche estrellada y admirar los cuerpos celestes y las estrellas.
Curiosidad, interés por la Astronomía, la Ciencia, las Matemáticas, la Mitología o romanticismo y sentido poético de la vida, todos, motivos válidos para comenzar la aventura de mirar al cielo cualquier noche de éstas. Si comenzáis, que las estrellas os guíen.

(Entrada dedicada a J. Mena, por enseñarme y a José, por encontrar la Constelación del Águila).
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