martes, 16 de febrero de 2016

Tiempo de estreno.

¿Podemos estrenar vidas nuevas? Quizá sí o quizá no. Quizá cada etapa alcanzada es el fin de una vida y cada punto de salida hacia la meta siguiente es el principio de otra diferente, enriquecida con el sedimento de lo aprendido, curiosa y expectante ante los acontecimientos futuros. Hay quien se pasa la vida esperando, hay quien nunca espera nada y hay quien siempre lo espera todo. Yo me contento con el hoy, prefiero sentir plenamente el presente, dejar que me atraviese en delicada caricia flor de un día, único como es, irrepetible, recién hecho en el horizonte rojo del Sol.

Decía Jorge Manrique aquello de que "Las vidas son los ríos...". Quizá por eso me gustan los ríos, porque se asemejan a la vida y la vida me gusta. Quiero planes de futuro a corto plazo, quiero detenerme en el lindero, mirar en derredor, parar la vista en aquellos puntos más lejanos que, por más distantes, no suelen ser objetivo de nuestra contemplación. Para ello, me detendré cuantas veces sean necesarias, y guardaré silencio y escucharé las voces y los sonidos que envuelven mi pedacito de mundo. Cuantas veces sean necesarias. Y mostraré entereza en los momentos de prueba, porque con la vida vienen y te hacen más fuerte.

Qué benéfico ese tiempo en que una puede detenerse a pensar y se da cuenta de que con lo que tiene le basta, y cada día que pasa es más consciente de que sus pasos la llevan por el camino que un día deseó recorrer, de que pese a los tropiezos y gracias a la voluntad y a la casualidad, está saboreando la vida en el punto justo de sazón. Abro un nuevo tiempo, un tiempo de estreno, de colores vivos, de sonidos blancos, de palabras sanadoras, de risas francas. Acabo de probármelo y es mi talla. Me queda perfecto.